Múltiples estudios e investigaciones nos permiten conocer en la actualidad, la forma en cómo funciona y se desarrolla el cuerpo humano. Detrás de todo este bagaje de conocimientos, hoy sabemos que nuestra actividad biológica, se sustenta en esencia, gracias a la existencia de corrientes eléctricas, lo que nos convierte, además, en una fuente inagotable de energía.
Esta premisa, no cabe ninguna duda que va de la mano con todas y cada una de las contribuciones que desde hace más treinta años nos ha brindado la tecnología, al contar, sobre todo para la ciencia médica, con instrumentos que permitan determinar y saber al mismo tiempo, cómo funcionan algunos importantes órganos de nuestro cuerpo, como por ejemplo: el corazón y el cerebro.
De toda esta información, lo más sorprendente es saber que si nuestra actividad biológica se sustenta en la existencia de corrientes eléctricas, como complemento, la Física haya afirmado que donde existe electricidad, también existan campos electromagnéticos, cuya función primordial es la de mantener y hacer funcionar en perfecta sincronía, todas y cada una de las distintas funciones de nuestro cuerpo.
Alguna vez Albert Einstein afirmó “toda la materia es energía” y fue a partir de entonces que la ciencia jamás volvió a ser la misma. Este postulado junto a todas las demás investigaciones que se han realizado al respecto, simplemente me lleva a ratificar que si somos seres de pura energía, también existen en cada uno de nosotros campos energéticos, de los cuales depende la actividad física del cuerpo, la mente y todo lo que interactúe con la vida del hombre y el mundo circundante.
