Tienes el poder de transitar y trascender el sufrimiento, y no quedarte estancada ahí.
El dolor no llega para que crees una casa alrededor de él y le pongas aire acondicionado, almohadas y cojines dentro. El sufrimiento llega para que lo veas de frente y lo trasciendas, aunque duela.
Tu cuerpo y tu mente están todo el tiempo comunicándote lo que te toca sanar. Y es de mujeres arretás rendirse radicalmente ante eso que vemos en el camino, porque son el paso a paso de nuestra propia sanación.