¿Saben? yo estudié en este liceo cuando mi papá era el director. Me cargaba (desagradaba). Odiaba que fuera más brígido (severo) conmigo que con los demás. Así que más mal me portaba no más po. Típico pendejo (niño) rebelde. Obvio que me quería enseñar una lección, y la verdad es que nunca la entendí hasta el día que se murió mi viejito.
Era muy íntegro el caballero, llegó a dar su vida por este liceo. Literal. Murió en su oficina una noche mientras revisaba unos documentos. Paro cardiaco fulminante. En ese entonces yo no tenía idea qué es lo que quería hacer, y, pucha, no hay mal que por bien no venga. Su muerte, de cierta forma, me tendió el camino para estudiar y hacerme cargo del liceo. Las vueltas de la vida ¿no?
Así que ahí estaba yo, dándolo todo con ese ímpetu idealista cuando PAF, Coronavirus. Este evento que cambió todo. ¿Qué hago ahora? Eso me preguntaba noches enteras en mi oficina, pero nada. En esa me llama una vecina que me trajo unos fideitos con salsa. Regalón po. Nos quedamos conversando un rato y me iluminé. Siempre la mejor estrategia es con la comunidad. Siempre. Mi papá me lo decía una y otra vez, pero yo soy más duro que una puerta.