ORACIÓN INICIAL
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”. Eclesiastés 12:13
"Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría". Salmo 90:12
REFLEXIÓN
La vida está diseñada para que tengamos una relación personal con Dios. No podemos vivir plenamente sin Él, Eclesiastés lo resume de esta manera en este versículo: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”. Estamos llamados a depender absolutamente de Él. Por eso debemos aferrarnos a su voluntad, que es buena, agradable y perfecta. Dios nos creó para ser felices y ser el objeto de su amor, pero los seres humanos decidimos separarnos de nuestro Padre celestial, queriendo vivir a nuestra manera. Nuestra vida está incompleta, porque no podemos caminar en este mundo sólo con dos dimensiones cuando fuimos diseñados con tres: espíritu, alma y cuerpo.
La verdad es que nada debajo del sol puede satisfacer el corazón humano, solo Dios. Por eso es una invitación a volver a acercarnos a Él y a relacionarnos debidamente con nuestro Creador. Porque algún día envejeceremos y tendremos que evaluar cómo hemos vivido, si realmente fuimos felices y cumplimos con nuestro propósito aquí. Si tenemos a Dios, entenderemos que nuestro cuerpo se desgasta, pero el espíritu y el alma regresan a Él, que fue quien lo dio, como dice Eclesiastés 12:7 “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”.
Este cuerpo es simplemente una tienda de campaña en la que vivimos temporalmente, es la envoltura externa de nuestro ser, pero el espíritu regresa Dios, cuando hemos creído y vivido para Él. La vida sin Dios, es un verdadero vacío si la estamos viviendo nada más que para el aquí y el ahora. De ser así, algún día descubriremos que todo lo que tenemos en nuestras manos no fue nada más que un puñado de cenizas, y que delante de nosotros, se encuentra toda una eternidad.