Leyenda urbana que circula en los alrededores de lo que alguna vez fue el convento de San Joaquín en Ciudad de México.
Relato de un militar que terminó siendo arrastrado por un caballo con su carreta por haberse burlado de una imagen religiosa en su afán de saqueo en 1914, cuando las tropas carrancistas entraron en Ciudad de México y tomaron el convento como cuartel militar.