La duda puede ser útil si la usamos como una herramienta para reflexionar y hacer ajustes necesarios en nuestro camino. Pero cuando la permitimos crecer sin control, puede socavar nuestra confianza y alimentar el miedo. La clave está en reconocer la duda, pero no dejar que nos controle. En lugar de dejar que la duda nos detenga, podemos usarla como un impulso para explorar nuevas posibilidades, aprender y fortalecernos.