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Description

Detrás de una historia que parece sacada de una película, hay una lección que no debemos ignorar:
Los animales salvajes no son mascotas. Por más que los humanicemos, por más que los vistamos, los sentemos a la mesa y compartamos nuestras vidas con ellos… sus instintos permanecen latentes.

Travis no fue un monstruo. Fue una víctima más de la necesidad humana de domesticar lo indomesticable.