No es que la iglesua deba estar juzgando ni mucho menos señalando, tampoco está para restregar los errores que alguien cometió, sin embargo es incorrecto intentar ocultar la gravedad de las conductas que van en contra de las verdades divinas ya que esto produce que el ser humano se autodestruya. Por esto mi intención en este capítulo es decir de manera clara que si estamos haciendo algo contrario a la voluntad de Dios estamos cometiendo pecado, no se puede flexibilizar y mucho menos disfrazar.