Tengo 59 años, provengo de un hogar destruido por el divorcio y me casé sin amor. Nunca amé ni me amaron, siempre fui usada sexualmente. Mi casa funcionaba según anduviera el sexo. Si yo me negaba a tener relaciones todo se dañaba. De pequeña presenciaba las relaciones sexuales de mis padres. Me llené de pánico. Le cogí miedo y luego odio al sexo. Fui fiel. Me arrepiento. Ese hombre creía que yo era de su propiedad. Me golpeaba el día que amanecía con el diablo adentro. A mi lo único que me interesa es morirme. La vida para mí ha sido una estafa.