A veces, el dolor viene disfrazado de amor, y la rabia se ahoga en silencio. Pero no para Paquita la del Barrio. Ella nunca pidió permiso para decir lo que otras solo pensaban. Con su voz rasposa y sus letras afiladas, convirtió el desamor en un campo de batalla, donde las mujeres ya no tenían que llorar en silencio, sino cantar con furia.
En este episodio, hablamos de lo que significa que alguien ponga en palabras lo que a veces no nos atrevemos a decir. De la importancia de la rabia, del coraje que da saber que no estás sola, de lo que pasa cuando se rompen las reglas y se canta lo que no se debe cantar. Porque Paquita no solo nos dio rancheras; nos dio el permiso de sentir sin miedo, de hablar sin disculpas, y de recordarle a más de uno que aquí “no hay trono ni reina, ni nadie que cuide de ti”.
