Ted Lasso parece tenerlo todo bajo control: es amable, sonriente, siempre dispuesto a escuchar. Pero... ¿y el enojo? ¿Dónde queda lo que no dice? En este episodio, con Gaby y Sam, hablamos de lo difícil que es enojarse con quienes queremos. De cómo, a veces, tragarse el enojo no es generosidad, sino miedo. Miedo a perder, a incomodar, a no ser querido.
Usamos a Ted Lasso como espejo de lo que muchos vivimos: cuando no ponemos límites, el mensaje que mandamos no es amor, es que lo nuestro no importa tanto. Porque ser el bueno todo el tiempo también puede ser una forma de desaparecerse.