Renovarse, una palabra que parece sencilla, casi cotidiana, pero que encierra una profundidad que no se revela a primera vista. Renovarse no es simplemente cambiar de dirección, ni adoptar nuevas costumbres por moda o por presión. Es un acto espiritual, íntimo, radical. Es permitir que lo que está dentro de nosotros —lo que ha sido herido, lo que ha sido olvidado, lo que ha sido endurecido por el tiempo y la experiencia— sea tocado por la gracia de Dios. Es volver al diseño original, al susurro que nos dio forma, al propósito que nos fue sembrado desde antes de nacer. Renovarse es decirle sí al proceso, aunque duela, aunque incomode, aunque nos confronte. Porque en ese sí, se abre la puerta a lo nuevo, a lo verdadero, a lo eterno.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.
