La armonía surge cuando hay equilibrio y proporción adecuada entre las cosas, cuando ambos lados de la balanza están en equilibrio y los eventos fluyen sin conflictos. En las relaciones humanas, la armonía se manifiesta cuando las interacciones son saludables y todos velan por el bienestar mutuo. Japón, con su baja criminalidad y costumbre de tomar decisiones consensuadas, es un claro ejemplo de una sociedad armónica.
Imitar estos principios, poco a poco, con paciencia y determinación, puede llevarnos no solo a un desarrollo individual y social, sino a crear un mundo mejor.