En hogares destruidos recordamos que, aunque las heridas y los conflictos hayan separado corazones, Dios sigue teniendo poder para restaurar lo que parece perdido. Su amor puede reconstruir familias, sanar el dolor y traer perdón donde hubo distancia. No importa cuán rota esté la relación, cuando Cristo entra en el hogar, todo puede cambiar. Hoy es tiempo de creer que Él puede hacer nuevas todas las cosas. Tu familia está en las manos del Dios que restaura.