Siempre se habla de negocios, pero pocas veces del impacto humano detrás de ellos. Yo creo que desde Estados Unidos no solo podemos crecer personalmente, sino también generar oportunidades que transformen vidas en Latinoamérica. ¿Qué pasaría si los empresarios y profesionistas que migramos también enviamos valor en forma de empleos, inversión y desarrollo? He vivido cómo un solo pedido en Estados Unidos puede salvar cientos de trabajos en una fábrica en Colombia o México, y cómo un equipo remoto puede crecer conmigo y alcanzar sus propios sueños. ¿No sería hora de pensar en un nuevo sueño americano, uno que también beneficie a nuestras comunidades en Latinoamérica?