Quizás sea la mayor de las paradojas de nuestra vida: Dar un salto de Fe y perderla totalmente mientras vas cayendo. Es una situación que, independientemente de los momentos amargos que acompañan a dicha experiencia, no está exenta de cierto sentido del humor. Uno salta porque ha hecho una lectura de las señales y 'todo' apunta a que hay buenas expectativas de un resultado favorable. Siendo sinceros eso será un salto... pero no de Fe. Así que por la misma razón no costará nada perderla durante la caída, porque no estaba ahí desde el principio. O al menos eso creía yo.
En este Episodio os presento la continuación de la historia del episodio anterior #7. Se trata de un momento de mi vida en el que me sentía bastante abandonado por la fortuna, por la dicha, por el universo...pero que está a punto de dar un giro inesperado del que no tenía ni la más mínima expectativa. Estaba a punto, a puntísimo de iniciar una buena racha cargada de magia y buenas vibraciones que supondría un 'salto cuántico' en mi camino espiritual.
Transcripción del Episodio
00:00:04] Muy buenas, un saludo a todo el mundo y bienvenidos a la cabaña del bosque.
[00:00:12] En este episodio continúo narrando la historia que empecé en el anterior episodio, en donde os hablaba de lo que para mí fue mi despertar espiritual.
[00:00:22] El cómo llegué a él, cómo me sorprendió y cómo me entregué en cuerpo y alma, nunca mejor dicho, dando un salto al vacío.
[00:00:31] Y ese salto al vacío fue como caer a un abismo.
[00:00:36] ¡Qué gran ironía!
[00:00:38] Mi salto de fe sirvió para que perdiera totalmente mi fe.
[00:00:43] Te invito a que escuches cómo sigue la historia.
[00:00:49] Durante esos primeros 2-3 años de caída libre en el vacío, de ese salto al vacío que dimos, nos acompañaron muchísimas sensaciones, muchísimos sentimientos al límite.
[00:01:06] Pero vuelvo a repetiros que encontramos siempre la forma de poder salir adelante pagando las pequeñas cositas que teníamos que atender, dejando de pagar las cosas que podían esperar, pero haciendo más o menos una vida normal.
[00:01:25] Y hubo gente que nos ayudó. Hubo gente cercana, familia que me ayudó. Hubo amigos que nos ayudaron.
[00:01:31] Hubo desconocidos que también nos ayudaron.
[00:01:34] Hubo hechos milagrosos. Hubo siempre esa mano divina interviniendo para no dejarnos en total oscuridad.
[00:01:43] Y esas pequeñas perlitas de luz que íbamos recogiendo en el camino nos mantenían con vida, con aliento y con un poco de esperanza.
[00:01:56] Quizás lo peor de todo, ¿sabéis qué era lo peor de todo?
[00:02:00] Lo peor de todo era el juicio mío contra mí mismo.
[00:02:07] El no perdonar haber cometido la ingenuidad o el error, que en aquel entonces yo creía que había cometido un error de forma ingenua, pues no me perdonaba a mí mismo por haber hecho ese movimiento en la vida, ese cambio.
[00:02:24] Tampoco perdonaba a lo que para mí en aquel entonces sería la figura de ese maestro, de Jesús. No me perdonaba porque me parecía que me había engañado, me había traicionado, me había llevado a un abismo y me había dejado caer.
[00:02:38] No me sentía en sus manos.
[00:02:40] Fijaros qué os estoy contando ahora.
[00:02:44] No estaba no tenía la sensación de que yo estaba recogido en sus manos. Y os puedo asegurar que sí que estaba en sus manos.
[00:02:54] Lo que pasa es que yo no lo podía ver, no lo podía reconocer.
[00:02:59] Porque todo lo que me estaba fijando a mi alrededor de mi vida eran esa espiral de los miedos, esa impotencia de no sentir que puedes controlar esa barca cayendo por un río de aguas torrenciales, El no poder saber dar un rumbo a tu vida porque crees que cualquier movimiento que hagas te va a llevar a algo peor de lo que estás....