En este episodio de Ocurrencias, Enrique Stuyck aborda uno de los grandes males —o placeres— de nuestro tiempo: el aburrimiento. Ese estado de pausa tan temido en la sociedad del rendimiento, donde detenerse parece un pecado y aprovechar el tiempo se ha convertido en una obligación.
En la primera carta, 'El aburrimiento', Enrique reivindica con ironía y lucidez la importancia de desconectarse del ruido constante. En una vida acelerada, dominada por pantallas, notificaciones y prisas, aburrirse se ha vuelto casi un lujo. El autor defiende el derecho a perder el tiempo, a no hacer nada y a disfrutar de esos minutos en los que el silencio sustituye al ruido y la mente recupera su espacio. Porque aburrirse, dice, también puede ser una forma de libertad.
La segunda carta, 'Hoy me quiero aburrir', lleva el tema al terreno del humor más personal. Stuyck, siempre con su ingeniosa exageración, confiesa su desesperación por no conseguir aburrirse nunca, por no saber lo que es quedarse sin nada que hacer. En su monólogo irónico, convierte el hastío en una meta inalcanzable, una tarea pendiente que afronta con entusiasmo y resignación. Al final, más que aburrirse, consigue hacernos reír y reflexionar sobre nuestra incapacidad para estar simplemente quietos.
Dos cartas, dos maneras de mirar el mismo vacío. Un episodio que demuestra que, incluso en el aburrimiento, hay materia para pensar, reír y reconocerse.
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Un proyecto presentado por el propio Enrique Stuyck, con la producción y edición de sonido de Jorge Marín de EOVE Productora, branding e identidad visual de Samuel Ferrer de KINTON Brands y las locuciones de Aránzazu San Ginés.