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En este nuevo episodio de Ocurrencias, las cartas de Enrique Stuyck, nos adentramos en un terreno que, aunque parezca evidente, a menudo olvidamos en la rutina acelerada del día a día: la importancia de la educación entendida no solo como formación académica, sino como una combinación de valores, actitudes y maneras de relacionarnos con el mundo. Enrique vuelve a fijarse en lo cotidiano para descubrir lo que hay de sorprendente en los gestos más simples y en las enseñanzas más pequeñas, esas que moldean carácter, convivencia y sensibilidad.

La primera carta del episodio, “Cuesta muy poco decir gracias y lo siento”, reflexiona sobre dos expresiones tan sencillas como trascendentes. Agradecer y disculparse —cuando es sincero— mejora la convivencia, desactiva tensiones y abre caminos que a menudo olvidamos recorrer por pura prisa o desgana. Con su ironía habitual, Enrique expone lo mucho que nos cuesta pedir perdón y lo poco que nos tomamos el tiempo para reconocer lo bueno que recibimos de los demás.

La segunda carta, “La disciplina y la responsabilidad en la infancia”, recoge una anécdota familiar que sirve de ejemplo práctico sobre disciplina, responsabilidad y la enorme huella que dejan los hábitos adquiridos desde la infancia. A través del relato de un amigo argentino, Enrique muestra cómo pequeñas rutinas domésticas —ordenar, colaborar, cuidar un pequeño huerto— pueden convertirse en poderosas herramientas para construir personalidad, autoestima y sentido del deber sin imposiciones autoritarias.

Ambas cartas son, cada una a su manera, un recordatorio de que la educación no es una meta, sino un proceso continuo y compartido, un trabajo diario en el que todos somos aprendices y maestros sin distinción de edades.

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Un proyecto presentado por el propio Enrique Stuyck, con la producción y edición de sonido de Jorge Marín de EOVE Productora, branding e identidad visual de Samuel Ferrer de KINTON Brands y las locuciones de Aránzazu San Ginés.