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Hoy estaremos leyendo Ezequiel 43-44, 1 Pedro 4 y Proverbios 20:21-30. En Ezequiel 43 y 44, la visión del templo alcanza su punto culminante: la gloria del Señor regresa. En el capítulo 43, Ezequiel ve la gloria de Dios entrando por la puerta oriental, la misma gloria que años antes se había apartado del templo por causa del pecado. Ahora regresa con majestad, y el Señor declara: “Este es el lugar de mi trono… donde habitaré para siempre entre los hijos de Israel.” Después de juicio y exilio, viene la restauración. Dios promete habitar nuevamente con Su pueblo, pero les recuerda que Su presencia exige santidad. En el capítulo 44, Dios habla a los sacerdotes y les pide pureza, fidelidad y obediencia. El mensaje es claro: la gloria de Dios transforma el corazón y demanda un estilo de vida consagrado. Reflexiona: ¿Estás permitiendo que la presencia de Dios regrese a áreas donde antes lo excluiste? ¿Tu vida está siendo apartada para honrar Su gloria cada día?

En 1 Pedro 4, el apóstol nos llama a vivir con la mentalidad del fin y con un corazón preparado. “Ya que Cristo sufrió en la carne, ustedes también deben armarse con la misma actitud.” Pedro enseña que el sufrimiento purifica las intenciones, nos aleja del pecado y nos acerca a la voluntad de Dios. Nos recuerda que “el fin de todas las cosas se acerca”, por lo que debemos ser sobrios, amar profundamente, ser hospitalarios y servir con los dones que Dios nos dio. También anima a no sorprendernos del fuego de prueba, porque participar de los sufrimientos de Cristo es parte de la vida cristiana. Y termina con una exhortación: “De modo que si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.” Reflexiona: ¿Estás viviendo con propósito eterno en medio de las pruebas presentes? ¿Estás usando tus dones para servir a otros con amor y diligencia?

En Proverbios 20:21–30, la sabiduría nos recuerda la importancia del tiempo, la justicia y la disciplina. “La herencia adquirida de prisa al principio no será bendecida al final.” Las cosas que llegan demasiado rápido no siempre forman carácter. También dice: “De parte del Señor vienen los pasos del hombre; ¿cómo puede el hombre entender su propio camino?” Es un llamado a confiar en la dirección divina incluso cuando no comprendemos todo. Asimismo, enseña que la misericordia y la verdad guardan al rey, y que la juventud se fortalece con disciplina. Finalmente: “La lámpara del Señor escudriña el espíritu del hombre.” Dios no solo ve nuestras acciones, sino las motivaciones más profundas del corazón.