Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12:2)
A todo el mundo le gusta una buena historia. Algo emocionante, aventurero, edificante, lleno de grandes apuestas y más grande que los héroes de la vida, el sacrificio y el rescate. Estos temas son el punto fuerte de Star Wars, Los Vengadores, El Señor de los Anillos. Los efectos especiales son maravillosos, pero al final, la historia es lo más importante. Pero es aún mejor cuando la historia es verdadera, cuando el héroe es real y lo dio todo para rescatar a alguien.
Quién puede olvidar el gran sacrificio de los soldados en Normandía, de Schindler y su Lista, de Ana Frank y su familia. De los bomberos que entraron en el World Trade Center para rescatar a un último oficinista antes de que se derrumbaran las torres. Sin embargo, no hay historia más grande que la antigua, muy antigua, de un rey que se bajó de su trono para rescatar a su nación. Para dar su vida por una multitud inmerecida de traidores rebeldes.
Cuando vamos a la librería, una de las mayores razones para elegir comprar un libro es el nombre del autor. Si vieras un nuevo libro de Stephen King, Isaac Asimov, Tolkien, CS Lewis, o algún otro gran autor, probablemente sería el primero que considerarías comprar, antes de arriesgarte a decepcionarte probando a un nuevo escritor.
Pero no hay mejor autor que Dios. Y Él ha escrito la historia de la redención no sólo en nuestras biblias, sino en nuestros corazones. Y Él termina lo que escribe. ¿Te imaginas el clamor si Tolkien dejara a Frodo en Rivendel, o peor, capturado en Gondor? ¿Y si la película de Disney La Bella y la Bestia hubiera terminado con Bestia apuñalada por Gastón? ¿O si Narnia hubiera terminado con Aslan asesinado? ¿O Aladino, cuando fue arrojado por el acantilado al océano para ahogarse?
Pero Dios no es sólo el Autor de nuestra fe, sino también el Consumador. Él completó la obra. La historia está terminada. Hemos leído el libro, ¡y el final es glorioso! Jesús incluso dijo en la cruz: ¡Tetelestai! Pagado en su totalidad, está terminado, ¡el fin! Él había terminado el trabajo que fue enviado a hacer, Su sufrimiento había terminado, ¡nosotros fuimos plena, completa e irrevocablemente redimidos! Estoy muy agradecido de que sirvamos a un Autor que también es un Consumador. Y con gusto cumpliré mi pequeño papel en esta, la historia más grande jamás contada.
Oremos
Jesús, gracias por terminar la obra, por comprar mi perdón. Para lo que sea que me llames a hacer hoy, ¿me darías la fuerza para terminarlo, y la guía para hacerlo? Gracias por otro día para glorificarte en lo que digo y hago. Amén