Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como la rama no puede dar fruto por sí misma, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. (Juan 15:4)
La mayoría de las religiones del mundo tienen dioses distantes, lejanos, enfadados e inflexibles. El dios musulmán Alá, por ejemplo, es un dios casi incomprensible.
Qué trágico es pasar toda la vida sirviendo a un dios tan distante, siempre temiéndole, sin saber nunca si te acepta o no. Y llegar al final de todo sólo para descubrir que era distante e incomprensible sólo porque no estaba allí en absoluto.
Pero el Dios de la Biblia es un Dios que permanece. En lugar de habitar en un ídolo de piedra, o en el lejano Monte Olimpo, el que permanecepromete hacer su hogar dentro de nosotros. En sus hijos.
Jesús dijo: Yo soy la vid, ustedes las ramas. Permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes.
Nuestro Dios está tan cerca como nuestro corazón palpitante, un Dios que prometió no dejarnos ni abandonarnos jamás.
Oremos
Señor Jesús, a medida que avanzo en mi día, recuérdame que Tú estás conmigo, que Tú permanecerás en mí, y deseas que yo permanezca en Ti - en Tu fuerza, Tu misericordia, Tu amor. Amén
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