En un par de semanas, la literatura contemporánea perdió a dos de sus plumas emblemáticas: Paul Auster —fallecido el 30 de abril— y la canadiense Alice Munro, quien murió el pasado lunes en su casa de Ontario, a dos meses de cumplir 93 años.
Premio Nobel de Literatura en 2013, Munro era reconocida de manera unánime por su maestría para narrar desde la brevedad y por la astucia con la que construía la psicología de sus personajes, cuya aparente simpleza —las suyas son criaturas normales, atravesadas por dudas cotidianas— desmenuzaba en una prosa diáfana y precisa.
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