Listen

Description

¿Prefieres escuchar esta carta con todo y mi voz? Activa el audio con el botón👆🏼

Querida persona que me lee:

Seguramente ya has leído o visto por ahí esta teoría de que para tener más productividad hay que conocer tus ciclos de energía diarios. He de decir que, desde que soy consciente de que no soy precisamente una morning person, le saco más provecho al mediodía y a mis tarde-noches.

Pues estoy casi segura de que semejantes ciclos también suceden a lo largo del año. Hasta 2025, es decir, hasta este año fui consciente de que en el primer y último trimestre es cuando históricamente escribo más.

(Debí habérmelo imaginado el día en que se me ocurrió “Escribe antes de Navidad”, una especie de reto de escritura tipo inktober, pero en diciembre).

Pues esta época del año me encanta porque los colores son más lindos (aquí no tenemos árboles naranjas, pero habemus cempasúchitl). De pronto los aromas son diferentes (me encanta el olor a incienso de ofrenda de Día de muertos) y, bueno, es válido hablar de fantasmas y, más adelante, de Navidad.

Pero no quiero hablar de fantasmas hoy, sino de miedos de adultos. Así que en el menú de hoy encuentras:

* 💽 Un generador de música, para que no seas tan presa de tu propio algoritmo

* 🖊️ Un cuento sobre castillos en las nubes

* 💭 Una reflexión sobre algo de miedo que no es terror

… ¡O algo así!

Hace unos días, gracias a otro newsletter descubrí una cosa portentosa.

Al menos desde mi perspectiva, que le tengo miedo a que el algoritmo me cicle.

Quizá hayas oído de los libros tipo 1001 cosas que hay que hacer antes de morir. Como 1001 libros que hay que leer antes de morir, 1001 películas que hay que ver antes de morir, mil y un lo que quieras; existe un laaargo etcétera en la lista que ya incluye treinta mil spin-offs (o sea, diría mi madre: ediciones que son la misma gata pero revolcada).

En 2005 se lanzó 1001 álbumes que hay que escuchar antes de morir.Pues resulta que hay un generador diario de esa lista de álbumes. Sólo es cosa de que visites la página, nombres tu proyecto y, si quieres, pones un mail para que te llegue un álbum aleatorio de la lista para que lo escuches. Le das a un botón de tu preferencia y lo puedes escuchar en la plataforma que quieras (Spotify, Apple Music, YouTube, Tidal, etcétera).

Apto para melómanos porque los discos van de cualquier género: pop, jazz, rap, dance, rock. Llevo yo tres discos y sí, son buenos discos. Me ha tocado rockcito con Sister, de Sonic Youth; hip-hop, con The Score, de Fugees; y pop con Madman Across The Water, de Elton John.

Te dejo el enlace para que oigas música diferente.

El castillo

Desde la torre, él admiraba la lluvia como si fueran escamas de plata. Su castillo, su fortaleza, se alzaba poderosísima. No sobre una colina. No en un peñasco escarpado. Su hogar no necesitaba protegerse con diques. Las nubes para eso fungían.

El mortal que llegara a vislumbrar esa morada creería que ahí habitaba un dios. No estarían equivocados, de alguna manera. Nadie nunca se había acercado lo suficiente, pero si alguien navegara entre la niebla de sempiterno rocío, admiraría una belleza brutal y oscura. Una edificación hermosa y temible a partes iguales. Gárgolas y vitrales que hablaban las lenguas de las escalas de grises.

Él estaba aburrido. Los dioses también podían aburrirse; por si te lo preguntabas. Yo estaba sentado detrás de él, esperando a ver si ahora sí decía algo. Para ser muy honesto, ya no estaba seguro de que el problema fuese el aburrimiento. Quizá sólo estaba triste, muy triste. Como decían los mortales ahora, a lo mejor padecía depresión. Podría yo ir a los vastos jardines brumosos y sacar de ahí a algún psiquiatra. Alguno debía haber entre todos los estratocúmulos de doctores. Porque los abogados duermen en los cirrocúmulos. Los asesinos prefieren los cirros y los mentirosos los nimbos.

No debería estar diciéndote esto, pero tampoco es que aquí se nos dé mucho cumplir con los deberes. Al escritor ése florentino se le ocurrió decir que vivíamos bajo tierra y ahí creen que seguimos. En realidad, para que escribiera eso prometimos un rotundo éxito. Le cumplimos. Nunca dijimos que sería bestseller mientras viviera. Mucho menos prometimos salvarlo del exilio.

¿Qué se hace cuando tu señor cae en mutis? Se me ocurre otro término moderno: estrés postraumático tardío. Podría ser. ¿Pero en serio le tomó millones de años que el bajón le pegara tras la guerra de guerras?

Él admiraba la lluvia, sus escamas de plata. Hic sunt dracones, escribiríamos en el mapa del celaje.

—Jefe —me atreví a decir, enrollando la colita. —¿Qué le pasa?

Para mi sorpresa, escuché un carraspeo grave, proveniente de la garganta del silencio.

—¿Señor? —insistí.

—Utukku.

Había dicho mi nombre.

—¿Sí?

—He cometido todos los pecados. ¿Verdad?

—Claro, mi señor.

—¡Pues no! Después de centurias, acabo de reparar en que me falta uno.

—¿De los de las tablas? —pregunté.

—No. De los importantes.

—¿Cuál?

—Enamorarme, Utukku. Enamorarme —sentenció Satanás, en un suspiro nebuloso.

Aunque en estas cartas durante octubre y noviembre me doy permiso de hablar sobre el terror, hoy quiero discutir más que fantasmas, los verdaderos miedos que se me cruzan por la cabeza.

Este fin de año, por ejemplo, estoy algo temerosa de mi salud. Me fui a hacer estudios y, aunque a primera vista no parecen desastrosos, son un claro signo de que me estoy pasando de lanza con mi cuerpo. Y el miedo a perder la salud es un miedo algo más maduro que, aunque tiene exorcismo, no me deja de rondar la cabeza.

Es que quiero seguir cuidando gatos hasta muy entrada en años, eh.

Por cierto que este par de años también fueron de mucho miedo en mi vida romántica. Ahora veo la luz al final del túnel y estoy tranquila. ¿Pero a quién le puede asustar La Llorona cuando está La Soledad y La Falta de Reconocimiento? (así, con capitalización en inglés).

Los miedos evolucionan con nosotros. Como que la Inteligencia Artificial nos quite el trabajo o que dejemos de ver a nuestra familia por alguna razón.

Aunque estos terrores diurnos tienen una ventaja: no es necesario llamar a sacerdotes o brujos. Basta con hacerles frente. Porque el miedo está para saltártelo.

¡Hasta el jueves de podcast en No recomiendo!

Recuerda que el último capítulo fue sobre la serie de Ed Gein y no puedes dejar de oírlo si te gustan las historias de crímenes y asesinos.

¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.Con cariño libre de miedos , J. McNamara, aka Geeknifer.

Puedes ponerte en contacto conmigo por Instagram.Escucha esta newsletter en Spotify, Apple Podcasts y YouTube.



This is a public episode. If you would like to discuss this with other subscribers or get access to bonus episodes, visit geeknifer.substack.com