Esta es la última newsletter de La Vie, antes de que comience el mes de agosto y, por tanto, las vacaciones nos ganen terreno y, sobre todo, tiempo.
Últimamente ronda sobre mi cabeza y en conversaciones cercanas la importancia de saber venderse. Es decir, ese arte por contar sobre uno mismo y ponerse en valor, en el que hay que compensar los pesos para no caer en la soberbia. La cuestión a veces se encuentra en que entre no decir nada y decirlo todo, nos quedamos en la primera parte y juega como detrimento en muchos aspectos. Me lo apuntaré como tarea para este mes de agosto.
Aplicándolo ya en esta newsletter, admiro que hayamos llegamos a la última semana de julio prácticamente sin fallar ni una semana. Hay veces que os hemos enviado estas cartas los miércoles, generalmente los jueves y puntualmente algún viernes, pero nuestro compromiso es tan fuerte que los malabares parecen menos difíciles.
Nos encanta escribir La Vie. Cada semana es un reto. Para quienes no lo sepáis, Flavia y yo nos vamos dando los temas la una a la otra justo cuando empieza la semana; esto nos obliga a reflexionar de manera intensa en pocos días y a fijarnos en nuestra vida y nuestra rutina para exprimir cada temática. Es divertido. Aunque posiblemente lo es más leer vuestras respuestas, anécdotas o cualquier pensamiento que decidís compartir. Vuestras palabras le dan sentido a cada texto.
‘‘Las cosas no son como fueron, si no como las recordamos’’, ese es el tema para esta semana. Esta frase elegida por Flavia, como fusión de García Márquez y Alberto Moreno, me parece que es tan grande como individual. El sustantivo ‘‘cosas’’ abarca todo y nada, pero en esta frase contiene más emociones que tangibles. Cuántas cosas fueron y vaya la dimensión que les hemos dado.
Cuando compartes en voz alta un recuerdo con alguien que vivió lo mismo, a veces se da la situación en la que lo que tú tenías en tu cabeza y, por tanto, el recuerdo al que habías vuelto mentalmente varias veces, está siendo negado por quien tienes delante. En ese momento, aún sabiendo que la otra persona hace el matiz sobre el recuerdo de manera inocente y con voluntad de aclarar algún detalle, el recuerdo se desmorona: cambia de forma, se mueve del lugar donde tú lo habías dejado. Igual ahora es mejor de lo que lo recordabas o ha perdido algo de lustre tras la aclaración no solicitada, pero esa memoria ahora parece que cuenta con más verdad; sin embargo, no es más verdad, sino otra verdad.
Últimamente estoy centrada en que mis recuerdos floten, que dejen de estar tan asentados y ordenados. Gozo de buena memoria y, por ahora, sé que no se irán, en cambio, cuando uno suelta y deja un poco ir, como si de un globo con helio se tratase, cuando vuelve, todo sigue ahí. El empeño por controlar y querer tener una extensión de protección y cuidado sobre las cosas (y lo que no son cosas) nos hace perder lucidez.
Por tanto, para concluir, tres puntos a tener en cuenta para este mes de agosto:
* Véndete, habla bien de ti, sin caer en la soberbia.
* Hay momentos especiales de los que quizá no hace falta volver a hablar de ellos.
* Suelta, no intentes controlar todo y menos tus recuerdos; que se posen donde deseen, cuando quieras volver a ellos, seguirán.
Nos vemos en septiembre. Descansad y disfrutad; en el orden en el que necesitéis.
Un atardecer que fue y posiblemente será recordado diferente. Y está bien. En la imagen y en la voz que abre esta newsletter y rompe con lo hecho hasta ahora, Nacho (@akamatador en las plataformas digitales de música, por si queréis ambientaros vuestros planes de agosto).