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Hoy campos a hablar de ícono de Bogotá.
Cuando uno llega a Bogotá, la capital de Colombia, lo primero que llama la atención es una montaña que se alza majestuosa sobre la ciudad. Es el Cerro de Monserrate, símbolo de fe, historia y belleza natural. Con sus más de 3.100 metros de altura sobre el nivel del mar, Monserrate domina el horizonte bogotano y es uno de los lugares más visitados del país, tanto por turistas como por los propios colombianos.
El cerro de Monserrate ha sido, desde tiempos precolombinos, un espacio sagrado. Antes de la llegada de los españoles, los muiscas, uno de los pueblos indígenas de la región, ya consideraban esta montaña un lugar especial donde se rendía culto al sol y a los dioses de la naturaleza. Siglos más tarde, en el siglo XVII, los colonizadores construyeron en la cima un santuario dedicado al Señor Caído de Monserrate, una imagen de Cristo que, según la tradición, tiene poderes milagrosos.
Hoy, ese santuario sigue siendo el corazón del lugar. Cada domingo, miles de fieles suben para asistir a misa o agradecer favores recibidos.
Pero también llegan deportistas, caminantes y curiosos que buscan respirar aire puro, admirar la vista panorámica de Bogotá o simplemente disfrutar del paisaje andino.
Existen tres formas de llegar a la cima:
La primera es el funicular, un tren inclinado que asciende lentamente entre los árboles. La segunda es el teleférico, desde el que se puede observar toda la ciudad a medida que uno sube. Y la tercera, la más tradicional, es a pie, por un camino empedrado de unos 2,4 kilómetros.
Muchos bogotanos suben a pie como parte de su rutina deportiva o como promesa religiosa, sobre todo durante la Semana Santa.
Arriba, el aire es fresco y el ambiente tiene algo mágico. Desde los miradores se contempla la enorme extensión de Bogotá, una metrópoli que parece no tener fin. El contraste entre el bullicio de la ciudad y la calma de la montaña es una de las experiencias más especiales para quien la visita.Además del santuario, hay restaurantes típicos, puestos de artesanías y cafés donde se puede probar una agua de panela con queso, bebida tradicional que reconforta después del ascenso.
El Cerro de Monserrate es un símbolo de la ciudad visible desde casi cualquier punto de la ciudad. Para muchos, mirar hacia Monserrate es recordar que siempre hay algo más alto hacia donde levantar la vista, algo que inspira y da fuerza en los momentos difíciles (o por lo menos, es lo que me dijeron estando por ahí).
El lugar también tiene una fuerte presencia cultural. Ha aparecido en pinturas, poemas, canciones y películas, y es una parada obligatoria para quienes quieren comprender la identidad bogotana. Desde allí, Bogotá se muestra diversa, viva y moderna, pero también profundamente ligada a su pasado.
Visitar el cerro de Monserrate es más que una excursión: es una forma de conocer el alma de Bogotá. Es subir al cielo para mirar la tierra desde otra perspectiva y descubrir que, a veces, lo más alto no está tan lejos.
Nos vemos en el próximo episodio de Mundo Eñe. Para transcripciones y ejercicios, visita mundoene.substack.com. Hasta la próxima.
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