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Cada 1 y 2 de noviembre, México y otros países del mundo hispano se llenan de color, música, aromas y recuerdos. Es el Día de los Muertos, una de las tradiciones más hermosas y significativas de la cultura mexicana.Más que una conmemoración triste, es una celebración de la vida, un reencuentro simbólico entre los vivos y los que ya partieron.
El origen del Día de los Muertos se remonta a las antiguas civilizaciones mesoamericanas, como los mexicas, los mayas y los purépechas. Estas culturas creían que la muerte no era el final, sino una parte del ciclo de la existencia.Cuando llegaron los conquistadores españoles en el siglo XVI, las creencias indígenas se mezclaron con las tradiciones católicas del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, dando lugar a la celebración que hoy conocemos.
Durante estos días, las familias mexicanas construyen altares u ofrendas en sus casas o en los cementerios. Cada elemento del altar tiene un significado especial. Las flores de cempasúchil, de color naranja intenso, simbolizan el sol y la guía para las almas que regresan. Las velas representan la luz, mientras que el incienso limpia el camino espiritual.También se colocan fotografías de los seres queridos fallecidos, junto con su comida y bebida favorita, pan de muerto, calaveras de azúcar y pequeños objetos personales. Todo se prepara con amor y detalle, porque se cree que las almas visitan a sus familias durante la noche.
El ambiente en las calles también es festivo. En ciudades como Oaxaca, Pátzcuaro o Ciudad de México, hay desfiles, música tradicional, danzas y concursos de altares.Las personas se maquillan como catrinas o calaveras, inspiradas en la obra del grabador José Guadalupe Posada, quien utilizó la figura de la muerte para representar la igualdad entre todos los seres humanos.Las calaveras decoradas, lejos de dar miedo, son símbolo de humor y de aceptación de la muerte como parte natural de la vida.
Una de las costumbres más populares es visitar los cementerios de noche. Las familias limpian y adornan las tumbas, comen, cantan y cuentan anécdotas de sus difuntos.
No se trata de tristeza, sino de compartir la memoria. En muchos pueblos, se dice que mientras alguien recuerde a un ser querido, esa persona nunca muere del todo.
El Día de los Muertos fue reconocido por la UNESCO en 2008 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su profundo valor simbólico y por ser una expresión única de la identidad mexicana.
Hoy, esta tradición se celebra también en lugares como Estados Unidos, Guatemala, Perú y España, donde comunidades latinas han llevado consigo la costumbre de honrar a sus muertos con alegría y respeto.
Más allá de las ofrendas y las flores, el Día de los Muertos es un recordatorio de lo que realmente importa: el amor, la familia y la memoria.En el mundo hispano, la muerte no es un final oscuro, sino una puerta luminosa que nos une con nuestras raíces y con quienes amamos.
Así que si querés entender el corazón de México, viví el Día de los Muertos.Porque en esa celebración la vida y la muerte bailan juntas, y en cada altar hay una historia, una sonrisa y una promesa de eternidad.
Nos vemos en el próximo episodio de Mundo Eñe.Para transcripciones y ejercicios, visita mundoene.substack.com.Hasta la próxima.
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