¿A quién le damos el poder de ofendernos?, ¿Lo merecen?
Somos nosotros mismos los que debemos cuidar a quién le damos el poder de ofendernos.
Si ese poder se lo damos a las personas indicadas es muy probable que nunca nos sintamos ofendidos; y si alguien te otorga ese poder cuídalo mucho, piensa dos o tres veces lo que vas a decir y nunca ofendas.