Regresa el tiempo a cuando éramos niños.
Que vuelva a nosotros la alegría con la que vivíamos día a día y que se fue perdiendo por culpa del mundo adulto.
Tiempos en los que en verdad perdonábamos de corazón y el miedo no era una limitante para hacer lo que nos producía alegría.
Disfrutábamos al máximo cada día sin preocuparnos por futuros inciertos.
Volvamos de la alegría nuestra principal forma de vida, entendiendo que se puede ir en cualquier momento; hoy decido que nadie dañe, altere o robe mi felicidad.