En ocasiones dejamos crecer tanto un enojo o molestia que se vuelve muy difícil de controlar o manejar.
Estar enojados es parte de las emociones negativas que debemos vivir, pero alimentar un enojo puede ser muy dañino.
Nuestro enojo lo podemos comparar con el agua de una presa, que en cantidades adecuadas ni daña ni lastima; pero cuando se desborda destruye mucho de su al rededor.
Al final del día el responsable de tus emociones eres tú.