A partir de aceptar las cosas que no podemos cambiar dejamos de malgastar energía quejándonos en vano; redirigiendo todo nuestro enfoque en avanzar, construir y crecer a raíz de un problema o una mala experiencia.
Aprender que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran. Existe un sin fin de cosas que no podremos cambiar ni elegir; pero lo que sí está en nosotros es la actitud de cómo afrontamos cada uno de nuestros problemas.
Saquémosle provecho a nuestras tragedias, que nos vuelvan grandes personas, porque fueron trampolín en nuestras vidas y no excusas.