Si lo pensamos de una forma diferente todos podemos ser diagnosticados con felicidad asintomática. Si nos detenemos a pensar si tenemos los síntomas o los motivos para confirmarlos; pero nos aferramos a ver al lado equivocado.
La felicidad no llega cuando se consigue lo que deseamos; la felicidad ya está ahí esperando ser vista, disfrutada y valorada.