“Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabachtani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (S. Marcos 15: 33, 34).
La ira de Dios contra el pecado, la terrible manifestación de su desagrado por causa de la iniquidad, llenó de consternación el alma de su Hijo. Jesús sintió la angustia que el pecador sentirá cuando la misericordia no interceda más por la raza culpable.