“Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” (S. Lucas 23: 44-46).
La lucha ha terminado; la victoria está ganada; el precio de la redención del hombre ha sido pagado. Jesús ha hecho lo que vino a hacer. Ha abierto el camino al reino de Dios para todos los que crean en él.