“Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.” (S. Mateo 27: 59-61).
La Pascua se observó como lo había sido durante siglos, mientras Aquel a quien señalaba, asesinado por manos perversas, yacía en la tumba de José.