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En el episodio 59 hablaba un poco del gato de mi vecino, Bozo, un gato muy amable que suele visitarnos a veces. Tengo otra historia hoy pero antes de contárosla tengo que informaros un poco de la vida del otro gato que tenemos en Suecia, el lince.
En España hay solo 200 individos del lince ibérico, el felino más amenazado del mundo. En Suecia van a cazar 209 ejemplares de lince, ¡¡solo este año….!! A mí me parece una locura. (Y lo de los lobos, hay más o menos 250 lobos en Suecia y este año cazaron a 27 de ellos).
Estiman que tenemos 2000 linces en Suecia. No muchos han visto a un lince, pero mi amigo Fred, que vive afuera de Estocolmo, en Österskär, lo ha hecho.
Un día cuando estaba hablando con su vecina oía sonidos de algo en la terraza de madera, como un animal grande. Y de repente, entre Fred y su vecina vino un lince corriendo y desaparecía en el bosque abajo. Ellos no creían sus ojos, un lince, cerca de la capital, Estocolmo. Después vino un hombre con un móvil en su mano y les preguntó: “Habéis visto el lince?” Él había visto el lince desde su coche cuando el lince estaba andando en el prado a lo largo de la carretera. Cuando el lince giró tenía que salir del coche y seguir el gato caminando porque quería una foto de él. Así suena el lince.
Es más fácil con Bozo. Durante el invierno no lo ha gustado ir de visita – hacía demasiado frío, pero cuando lo vi por mi ventana, fui a abrir la puerta y claro, vino de visita, la primera de este año.
Entró en la puerta principal y como siempre hacía su ronda, primero en la sala de estar, después en el dormitorio y la cocina. Luego fue arriba para inspectar los dormitorios en la segunda planta y después bajaba para salir de la puerta que da a la terraza. Y afuera había mucha nieve.
Tenemos una pequeña casa en un palito donde ponemos el alpiste para los pájaros. Bozo, gato como es, trataba de entrar en la casa, pero entonces toqué en la ventana para informarlo que esto era prohibido. Dejó sus tratos y empezó a irse en la nieve, pero caía en la nieve cada paso que tomaba.
¿Y qué hizo el gato? Regresó a la puerta que da a la terraza, esperando que yo lo dejaría entrar otra vez. Y claro, soy un hombre bueno y amigo de los animales, domésticos como salvajes, lo hice.
¿Y que hacía el gato? Pasaba por la cocina y el vestíbulo y se iba a la puerta principal. Me miró como diciendo: “Pero, por favor, deje me salir”.
Así es Bozo, el gato de mi vecino.