Sea cual sea la perspectiva con la que se miren las películas de Dorothy Azner su cine marcó una época en la que las mujeres de las películas eran fieras y libres, espías, bailarinas, prostitutas, aviadoras o amas de casa pero con una personalidad compleja y distinta de la rubita complaciente, la morenaza devoradora de hombres o la mujer de su casa, alma en suplicio por satisfacer a su marido, ya saben aquel que unas décadas después Valerie Solanas llamó el cretino heterosexual de clase media americano