¿Cómo dar gracias en tiempos difíciles? Vivimos en contextos marcados por crisis: epidemias, desastres naturales, inestabilidad política, desigualdad económica y creciente polarización social. Para muchas personas, la simple idea de dar gracias a Dios parece absurda, especialmente cuando la vida diaria se convierte en una lucha constante por sobrevivir.
Además, cada vez más personas expresan no creer en Dios, o al menos no en las imágenes que presentan las instituciones religiosas. La verdadera dificultad para dar gracias radica en cómo concebimos a Dios. Si lo imaginamos como un dictador, un anciano indefenso o una invención humana, entonces no hay motivos para la gratitud.
Sin embargo, la Biblia presenta otra visión: Dios es la fuerza vital y el soplo que sostiene todo lo creado. Dios es la vida misma. En Jesús de Nazaret se revela un Dios que no se mantiene distante ante el sufrimiento humano, sino que lo comparte con amor. La cruz no representa un triunfo arrogante, sino la solidaridad divina con todo aquel que sufre. Desde esta perspectiva, las pruebas de la vida no son castigos, sino procesos que fortalecen nuestra fe, tal como lo enseña 1 Pedro 1.
Frente a la adversidad, las personas de fe confían en el Dios que acompaña, que sostiene y que transforma el dolor en crecimiento. Como afirma Pablo en 2 Corintios 4, aunque enfrentemos dificultades, jamás seremos destruidos. Por eso, este mensaje le invita a dar gracias a Dios no solo por las bendiciones visibles, sino también por la lucha misma: por la vida, por la resiliencia, por la fuerza que nace en el fuego de las pruebas y por la presencia constante de un Dios que camina con nosotros.