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Dios le bendiga de una manera muy especial. Este es el día que ha hecho el Señor nos alegraremos y nos gozaremos en Él. El libro de los Hechos en el capítulo dos versículo uno dice: "cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos". Esta expresión nos impacta, profundamente a todos los que anhelamos un avivamiento... Un despertar de nuestra conciencia espiritual. Una investidura de poder que no sacuda y nos impulsa hacia fuera; Hacia el mundo pero sin contaminarnos con lo que el mundo ofrece. Miramos en esta porción bíblica un gran desafío. Para lograr pentecostés en nuestra vida como iglesia, necesitamos unidad y voluntad. Dos ingredientes fundamentales que deben estar legítimo y profundamente arraigados en el corazón y la vida que afirma su pasó en el camino de la obediencia. Necesitamos el poder del espíritu santo en nuestras vidas porque amado solo podemos el Señor, lo advirtió en Juan capítulo 14 versículo 16 al 18: "Le pediré al padre y les dará otro consejero para que esté siempre con ustedes. El consejero es el espíritu de la verdad. El mundo no lo puede recibir porque no lo ve ni lo conoce, ustedes lo conocen porque vive con ustedes y estará en ustedes, No los dejaré huérfanos volveré a ustedes". ¡Que maravillosa palabra! Para poder enfrentar el testimonio de la maldad necesitamos estar vestidos y revestidos del Poder del Espíritu Santo. Es fundamental confrontar dichas tinieblas con la verdad de Dios y su palabra. Lucas capítulo 22 versículo 31 y 32 dice: "Después Jesús le dijo a Pedro Pedro escucha bien. Satanás ha pedido permiso a Dios para ponerles pruebas difíciles a todos ustedes. Y Dios se lo ha dado, pero yo he pedido a Dios que te ayude para que te mantengas firme". Que extraordinario es el acompañamiento del Espíritu Santo en nosotros para vencer. Pentecostés es una manifestación de poder, que libera los dones del Espíritu Santo sobre la iglesia para que el mundo se sorprenda y vea las maravillas de Dios. Esa presencia divina energiza nuestra voluntad para poder hacer lo que nos toca aún en las tareas más comunes y corrientes que realizamos en nuestra vida diaria. La palabra dice en el libro de los Hechos capítulo 3 que Pedro y Juan subían juntos obrar como acostumbraban siempre. Pero en esta ocasión el espíritu de Dios que reposaba sobre ellos les haría mirar con atención la necesidad que les rodeaba. No solo mirarían la necesidad, sino que ofrecerían una solución hasta ese momento impensada. "No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy en el nombre poderoso de Jesús de la levántate y anda". Y yo creo que en el tiempo de hoy esa manifestación de poder, ese Pentecostés es necesario buscarlo. Esa experiencia de bautismo, de inmersión profunda, de encuentro y relación íntima con nuestro Dios. Que así nos ayude el Señor, Dios les bendiga.