Dios le bendiga de manera muy especial. Este es el día que Dios ha hecho para que seamos instrumentos de bendición y para que adoremos su nombre con libertad. Qué bueno encontrarnos en esta experiencia de reflexión en voz alta. Por un momento amados y amadas, imaginen a un niño y su padre visitando una pequeña tienda. Al salir de la tienda, de ese colmado el dueño le ofrece al niño algunos dulces gratis. "Toma un puñado de dulces" le dice el comerciante al muchachito. El niño permanece parado mirando a su padre. El propietario repite: "Hijo, toma un puñado de dulces es gratis". El muchachito sigue parado mirando a su padre. Finalmente el padre coloca la mano en el tarro y toma un puñado de caramelos y se los da a su hijo. Mientras volvían a su casa, el padre le preguntó al hijo porque no había tomado los dulces. El muchachito con una sonrisa en el rostro miro a su padre y le dijo: "porque sé que tu mano es más grande que la mía". Qué lindo verdad. En tiempos de angustia y tristeza, debemos aprender a colocar nuestras vidas; todo lo que somos y hacemos en las manos del Padre. Porque sus manos son mucho más grandes que las nuestras. La palabra del Señor en el Salmo 31, 15 dice: "En tu mano están mis tiempos. Líbrame de la mano de mis enemigos y perseguidores". Si estamos en sus manos estamos seguros. Juan capítulo 10 versículo 27 y 28 dice: "Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco y me siguen. Y Yo les doy vida, eterna y no perecerán jamás ni nadie las arrebatará de mi mano. Sí estamos en sus manos, estamos en un lugar seguro. La palabra del Señor en el libro de Jeremías capítulo 18 dice: "Y la vasija de barro que Él hacía se echó a perder en su mano. Y volvió y la hizo otra vasija según le pareció mejor hacerla". Porque si estamos en sus manos y sabe lo que es mejor para nosotros y estamos en un lugar seguro. Hoy queremos darle gracias al Señor por esas promesas maravillosas. Y no importa la situación que estés viviendo, el reto que está delante de ti recuerda... Que sus manos son mucho más grandes que las nuestras; y en sus manos estamos seguros. Dios te bendiga.