La noche es perfecta: no hay viento, la temperatura es agradable y el cielo está repleto de estrellas. Estamos en la Isla de Flores, en medio del Océano Atlántico, y escuchamos las historias de Laia, que nos platica sobre la vida en esta isla de locos perdidos, donde las opciones son forzosamente limitadas y de la que cada cierto tiempo se va, a emprender viajes largos para los cuales nunca hace planes. El desapego, la autocensura y el nomadismo en tiempos de covid son algunos de los temas que tocamos en nuestra conversación con esta aventurera que, paradójicamente, eligió vivir aquí para cosechar sus propios alimentos; “un excelente lugar para pasar el apocalipsis”