La razón por la que experimentamos estrés y tensión es porque nuestro cuerpo y mente están enviándonos una señal de advertencia: estamos enfrentando una situación que, en algún nivel, está siendo perjudicial para nuestra salud mental.
Si no enfrentamos y resolvemos esa situación —ya sea con un resultado favorable o no—, el conflicto permanecerá activo dentro de nosotros. Y cuando eso ocurre, la mente comienza a enfermar al cuerpo. Muchas veces, la enfermedad se convierte en la única vía que encuentra el organismo para evitar lidiar conscientemente con aquello que no estamos resolviendo.
Un estado de estrés sostenido puede llevarnos al límite, incluso al punto de enfermarnos gravemente. Por eso, las situaciones que generan tensión deben ser cerradas emocionalmente, resueltas —con éxito o sin él—, pero cerradas, para liberar el peso mental que conllevan y así proteger nuestra salud integral.
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