Mientras tanto, Saulo no dejaba de amenazar de muerte a los creyentes en el Señor. Por eso, se presentó al sumo sacerdote, y le pidieron cartas de autorización para ir a las sinagogas de Damasco, a buscar a los que seguían el Nuevo Camino, tanto hombres como mujeres, y trajeron presos a Jerusalén.
Luego Saulo comenzó a proclamar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.
Hechos 9:1-2;20
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