México año 2000. El país acaba de cambiar de siglo y también de piel. El nuevo milenio se asomaba entre el ruido de los coches, las noticias de violencia, secuestros y una sensación de cansancio colectivo.
Y de pronto Un choque, una secuencia brutal, visceral, que nos arrojó de lleno y de golpe a las entrañas de la Ciudad de México. Y así es como comienza Amores Perros, ópera prima de González Iñárritu, una película que no sólo irrumpió en el panorama fílmico mexicano, sino que lo redefinió. Antes de hablar de Amores Perros, hay que hablar del cine mexicano, que vivía una crisis propia, otra más, con una baja producción, una escasa distribución y un público alejado y casi desconocido.
Después de Amores Perros, el cine mexicano volvió a ser conversación nacional y global. Hoy, en El Cine de cineastas, y sobre todo el eco de una película que sigue preguntando ¿cuánto puede soportar el amor antes de volverse perro?
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