📖 Hechos 28:
1 Una vez a salvo, supimos luego que la isla se llamaba Malta. 2 Los nativos nos trataron con no poca amabilidad, pues nos recibieron a todos y encendieron un fuego a causa de la lluvia que caía y del frío.
3 Entonces, al recoger Pablo una cantidad de ramas secas y echarlas al fuego, se le prendió en la mano una víbora que huía del calor. 4 Cuando los nativos vieron la serpiente colgada de su mano, se decían unos a otros: “¡Seguramente este hombre es homicida, a quien, aunque se haya salvado del mar, la justicia no le deja vivir!”. 5 Entonces él sacudió la serpiente en el fuego, pero no padeció ningún mal. 6 Mientras tanto, ellos esperaban que comenzara a hincharse o que cayera muerto de repente. Pero al pasar mucho tiempo esperando y al ver que no le pasaba nada malo, cambiaron de parecer y decían que era un dios.
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En el episodio de ayer aprendimos cómo Pablo vivió uno de los viajes más peligrosos que alguien puede experimentar navegando. Dios le reveló a él que se iban a salvar y ahora en este capítulo los vemos a todos naufragando y nadando hacia la orilla de la isla de Malta. En ese momento de caos los nativos de la isla corrieron a socorrer a los náufragos encendiendo fogatas para que se calentaran. Todos, incluyendo Pablo, ayudaron a recoger leña para el fuego cuando, de repente, Pablo sufre otro accidente mortal: ¡Lo muerde una víbora venenosa! Los nativos sabían que vendría lo peor: Pablo caería hinchado y moriría al instante.
Parecía que era una maldición que tenía Pablo. Por ser un preso, pensaron que un castigo divino le había caído.
Así mismo pasa cuando estamos pasando por pruebas difíciles, muchos piensan y comentan: “Dios lo abandonó porque está lleno de problemas, uno tras otro.” Pero lo que no saben es que ¡Dios muestra su gloria de forma extraordinaria! Así como sacó al pueblo de Israel después de muchas plagas y siendo perseguidos, Él lo hizo para dejar flotando a los enemigos que los habían tenido esclavos por varios siglos.
Pero, ¿qué pasó con Pablo? Al pasar los minutos y viendo que no le pasaba nada a Pablo, los nativos vieron en Pablo un ser sobrenatural como un dios. Pablo no era un dios, era un predicador del Dios Todopoderoso, y Pablo era portador del poder que hay en la fe de Jesucristo y un ejemplo de la promesa cuando Jesús les habló a sus discípulos en Marcos 16:17-18: “Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos, y si llegan a beber cosa venenosa no les dañará. Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.
Este es un ejemplo claro de que la promesa no es para tentar a Dios como algunas sectas lo hacen, trayendo serpientes venenosas a sus reuniones especiales, poniendo a prueba su fe. ¡No!, esta promesa es para estos casos donde el peligro puede atacarnos por medio de serpientes peligrosas.
Además, Pablo ejercitaba el don de sanidad, orando por los enfermos para que sanaran, y así muchos fueran libres de ataduras y creyeran a Jesuscristo.
Como nota curiosa, el libro de Hechos no termina con un amén como los cuatro evangelios, pues el libro de Hechos de los Apóstoles continúa escribiéndose con nosotros, los cristianos de los últimos tiempos, continuando las mismas obras que ellos hicieron. Hoy en día necesitamos personas que se levanten como estos grandes hombres, que entregaron todo para poder llevar este mensaje de esperanza, en medio de naufragios o mordeduras de serpientes.
Soy tu amigo Eduardo Rodriguez. No olvides leer este último capítulo del libro de Hechos. Espero que estas reflexiones te hayan ayudado a entender mejor los eventos sobrenaturales y extraordinarios que vivieron nuestros hermanos en los inicios de la iglesia de Jesucristo y la expansión del Reino. Acompáñanos mañana con un nuevo libro del Nuevo Testamento: la carta de Pablo a los Romanos.
Que el Señor escuche tu oración, se glorifique en tus pruebas y te use con señales y milagros.
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