📖Hebreos 9:6-15 RVA2015
“Estas cosas fueron dispuestas así: En la primera parte del tabernáculo entraban siempre los sacerdotes para realizar los servicios del culto. Pero en la segunda, una vez al año entraba el sumo sacerdote solo, no sin sangre, la cual ofrecía por sí mismo y por los pecados que el pueblo cometía por ignorancia. Con esto el Espíritu Santo daba a entender que todavía no había sido mostrado el camino hacia el lugar santísimo mientras estuviese en pie la primera parte del tabernáculo. Esto es una figura para el tiempo presente, según la cual se ofrecían ofrendas y sacrificios que no podían hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que rendía culto. Estas son ordenanzas de la carne, que consisten solo de comidas y bebidas y diversos lavamientos, impuestas hasta el tiempo de la renovación. Pero estando ya presente Cristo —el sumo sacerdote de los bienes que han venido, por medio del más amplio y perfecto tabernáculo no hecho de manos; es decir, no de esta creación— entró una vez para siempre en el lugar santísimo logrando así eterna redención, ya no mediante sangre de machos cabríos ni de becerros sino mediante su propia sangre. Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de la vaquilla rociada sobre los impuros, santifican para la purificación del cuerpo, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará nuestra conciencia de las obras muertas para servir al Dios vivo! Por esta razón, también es mediador del nuevo pacto, para que los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna, ya que intervino muerte para redimirlos de las transgresiones bajo el primer pacto.”
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Este capítulo es muy bonito y a la vez muy importante porque nos explica de forma breve las profundidades que hay entre el tabernáculo que Dios le reveló a Moisés que construyera en el desierto, con el tabernáculo divino que está en los cielos!
Aquí se nos revela que así como el sacerdote entraba una sola vez al año al lugar santísimo, de la misma manera entró Jesucristo al lugar santísimo, y lo hizo una sola vez para traer perdón de pecados a toda la humanidad!"
Y no solamente era un sacerdote que ofrecía un sacrificio por los pecados del pueblo sino que fue con su misma sangre preciosa que trajo purificación completa a todo aquel que crea en Jesucristo, haciéndolo un sacerdote único y especial.
La sangre que ofrecía el sacerdote de la tribu de Levi era para el perdón de los pecados válido por un año. En cambio, el sacrificio que hizo Jesús hace más de 2000 años todavía está vigente para purificar los pecados, y también limpiar las conciencias de multitudes que reciban a Jesús como su Salvador.
Qué hermosa es la explicación sobre el efecto de ese sacrificio: nuestras conciencias son limpiadas, y nuestras vidas son preparadas y capacitadas para hacer las buenas obras que el Señor nos preparó para que las hiciéramos.
Sólo con el hecho de estar bajo la cobertura de Jesucristo es suficiente para que caminemos con la cabeza en alto, olvidando nuestros errores del pasado y con mucho honor llevar el nombre de Jesús a donde quiera que vayamos, demostrando que Jesucristo es el Salvador por medio de las obras de bondad que podamos hacer y los milagros que Dios quiera hacer por medio de nuestras vidas.
Enséñale a tus hijos y también a tu pareja la profundidad que hay en ser llamados hijos de Dios. Esta fe que hemos abrazado es más que una mera creencia o una más del montón, es la única donde El Salvador se bajó hasta lo más profundo de la tierra para perdonarnos, adoptarnos y llevarnos a su presencia! Ya que él atravesó el lugar santísimo, abriéndonos camino a nosotros para tener acceso todos los días a la presencia de Dios y no esperar una vez al año como lo hacían los israelitas! Tenemos acceso VIP (preferencial) a la gloria de Dios.
Soy tu amigo Eduardo Rodríguez que el señor escuche tu oración.😇
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