Este tema de Happy Slapping nos da mucho para analizar y reflexionar. Una línea que comentamos la semana pasada fue la plasticidad cerebral, que es especialmente relevante en la adolescencia, y que implica un estado de vulnerabilidad, porque la repetición de conductas de riesgo (adicciones, violencia, aislamiento extremo, sobreexposición a pantallas) puede consolidarse en circuitos costosos de deshacer. Lo que se repite (actos violentos), el cerebro lo interpreta como importante y lo vuelve eficiente. En resumen, la adolescencia concentra un poder extraordinario de aprendizaje y reconfiguración cerebral. Lo que más se refuerza, se vuelve “ruta preferida de las neuronas”. Acompañar esta etapa es ayudar a que esos caminos neurales favorezcan el autocontrol, la esperanza, los vínculos sanos y los hábitos que sostendrán la vida adulta desde los principios de la palabra de Dios.
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