El apóstol Pablo tuvo que enfrentar muchos problemas con la iglesia de Corinto. A pesar de que él la había fundado, le llegaron noticias de cómo la iglesia se estaba dividiendo en diferentes facciones. Algunos decían seguir a Pablo; otro decían “Nosotros seguimos a Apolos”. Incluso otros decían ser seguidores de Pedro. Y todas estas divisiones, creaban tensiones innecesarias dentro De la Iglesia. Para lograr la tan necesaria unidad dentro de la Iglesia, Pablo los tuvo que reprender duramente. Sus contiendas y sus celos, demostraban que no eran espirituales. Estaban actuando como niños, no como personas maduras en la fe. Pablo les tenía que dar leche, y no alimento sólido. Cristo no está dividido. Y nosotros no podemos contribuir a dividir la iglesia. Nosotros no somos nada. Uno siembra, otro riega, pero el crecimiento lo da Dios. A Dios tiene que ser toda la gloria. El fundamento de la Iglesia es Cristo Jesús. Y cada uno está edificando sobre este único fundamento. Pero todo lo que hagamos será probado por el fuego en el día del juicio. Trabajemos y oremos para que nuestra obra, nuestro trabajo por el Señor permanezca en pie. Pero si nuestras obras sólo causaron división y disensión, entonces puede que sea hallado como uno que se dedicó a destruir la Iglesia. Y Dios destruirá a los que destruyan la iglesia. Seamos muy cuidadosos. Pidamos la dirección del Espíritu Santo. Pidamos madurez espiritual. Y trabajemos para el Señor y por la unidad. Que el Señor te bendiga.