El foco de éste capítulo, es el Arca del Pacto. David nuevamente hace un esfuerzo por traerla a Jerusalén, y ésta vez lo hace cómo corresponde - los levitas la traerían como Dios había mandado a través de Moisés. David reconoció su error, y que había errado en su proceder. Esta vez se aseguró de hacer todo bien. Y fue un día de mucha alegría. Había gran regocijo en toda la procesión. David organizó a los sacerdotes, y ellos se organizaron para tocar instrumentos, y cantar las alabanzas, y efectuar los sacrificios. Verdaderamente, fue toda una gran celebración. Pero al llegar a Jersualén, el texto nos dice que la esposa de David, Mical, la hija del rey Saúl, al ver lo que sucedía por la ventana, despreció a su esposo David. Cuando ella lo vió por la ventana, sintió que David parecía un loco. En su mente, David debió conservar la compustura; debió haberse mantenido digno, firme, y sin mayor expresión. Lo cierto es que David ese día estaba tan contento, que quizás saltaba de alegría y danzaba. Lo cierto es que aquí se abrió una brecha entre los dos. Y el mismo relato en el libro de Reyes, dice que esto causó un quiebre entre los dos. David nunca más se volvió a acercar a su esposa Mical después de este desprecio. La Biblia nos enseña que los esposos deben amar a sus esposas; y las esposas deben respetar a sus maridos. Que triste es que un día que había estado lleno de alegrías, haya terminado con una nota tan triste. Que Dios ayude a todos los matrimonios a seguir los consejos bíblicos; debemos pedir a Dios sabiduría, para que el amor y el respeto nunca falten en nuestros hogares. Que el Señor te bendiga.
