Es interesante notar que entre los filisteos habían varios gigantes. Goliat fue solo el primero de ellos. Aquí se mencionan otros más. El hecho de que uno de ellos tuviera doce dedos en las manos y doce dedos en los pies, nos habla de claras malformaciones genéticas. Es posible que hayan sido grandes, y fuertes; pero también es posible que debido a su tamaño no hayan sido tan ágiles ni rápidos. Lo cierto es que Dios le dio la victoria a David y a sus valientes, sobre todos sus enemigos. La lección para nosotros es la siguiente: Si Dios pelea nuestras batallas, no hay que temer. No importa cuán gigantes sean nuestros enemigos, con la ayuda de Dios, van a caer. Por lo tanto, nunca dejes de confiar en Dios, y nunca dejes de caminar tomado de su mano. Que el Señor te bendiga!