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El cristianismo se caracteriza por tener los más altos valores morales. ¿Amar a los enemigos? ¿Orar por ellos? ¿Y por qué las esposas deberían someterse a sus esposos? Dios no nos pide nada, que Él no haya hecho antes. Cristo Jesús se sometió en todo a su Padre celestial. Cristo Jesús oro por quienes lo estaban crucificando. Nuestra meta es seguir el ejemplo de Cristo Jesús. El apóstol Pedro nos presenta la fórmula para que las esposas ganen para Cristo a los esposos no creyentes. ¿Cómo? No con un sermón hablado. Pedro dice que hay que ganarlos en silencio, a través de nuestra conducta y de nuestra actitud. La forma en que tratamos a los demás va a dar cuenta de a quien realmente servimos en nuestros corazones. Si servimos a Cristo Jesús, siempre vamos a buscar la paz, la armonía, la tranquilidad. Todo creyente tiene que caracterizarse por ser amable, paciente, bondadoso, cariñoso. No podemos pagar mal por mal. No podemos ir por la vida amenazando a la gente. ¡No! Si alguien nos hace daño, debemos orar por ellos. Debemos bendecirlos. Y si la injusticia es muy grande, debemos dejar la justicia en las manos de Dios. No le desees el mal a nadie. No mandes a nadie al infierno. Si hacemos eso, quienes terminen en el infierno podríamos ser nosotros mismos. Cristo Jesús murió por los pecadores. Él se entregó para salvarnos. La vida Cristiana consiste en abnegación y sacrificio. Sigamos el ejemplo de Jesús. Prediquemos sin palabras. Y cuando la gente nos pregunte: ¿Por qué eres así? Entonces recién predica con palabras. Primero prediquemos con nuestras vidas: amables, respetuosas, humildes. Y después prediquemos con nuestras palabras. Porque si predicamos con nuestras palabras, pero la gente no ve a Cristo en nuestra forma de vivir, entonces no ganaremos a nadie para el Reino de los Cielos. Que el Señor te bendiga.